Comparto con ustedes este interesante reportaje que pone en evidencia los graves perjuicios de un turismo sin planificación y que no está articulado al ordenamiento territorial de los municipios.
Vender un destino o unas rutas temáticas puede ser equivalente a «vender humo», si lo que se ofrece como atributos y valores del lugar luego se ven desvirtuados por una dinámica diferente en la forma de ocupar y usar el territorio. Los nuevos crecimientos urbanos, la ausencia de protección y gestión sobre los espacios físicos (trayectos y lugares) que se ofrecen como parte de los productos al visitante, y la no inclusión de los habitantes del lugar en los procesos de planificación y reglamentación del destino, son algunos de los aspectos que, si no tienen una raíz desde el ordenamiento físico-espacial (ley 388 de 1997) , difícilmente harán que un destino sea sostenible, por mejor promoción y diseño de productos que se realice de éste.