El Relato del Paisaje: Más allá del café y la tradición (Parte 2)

Parte 2: Reimaginando el PCCC: Hacia un relato de futuro y coexistencia

Por Carlos Garzón E.

En la primera parte de este análisis, exploramos las complejidades y tensiones que subyacen a la gestión del Paisaje Cultural Cafetero (PCCC), un relato patrimonial enfrentado a los desafíos de una gobernanza fragmentada y una planificación que lucha por materializarse eficazmente en un territorio vivo y diverso. La pregunta que quedó flotando fue si la narrativa actual es suficiente. Quizás el verdadero desafío, y la mayor oportunidad, radica en reimaginar el propósito del PCCC, en trascender su propia etiqueta para que contribuya a un «bien superior».

¿Podría el PCCC ser, más allá de un origen de café excepcional, un laboratorio a escala real para la coexistencia sostenible entre una producción agrícola de renombre mundial, la conservación efectiva de la biodiversidad andina y un desarrollo urbano y rural que sea genuinamente equitativo? ¿Un modelo de gobernanza policéntrica donde las comunidades locales, con sus saberes y aspiraciones, no sean meras espectadoras o consultadas de última hora, sino coautoras activas del futuro de su propio territorio? Esta narrativa más amplia, que no niega la importancia vital del café sino que la enmarca en un propósito de mayor envergadura –uno de resiliencia ecológica, innovación social y renovada identidad nacional–, podría ser no solo más integradora y potente, sino crucialmente más atractiva y sostenible a largo plazo frente a otras narrativas simplificadoras de puro extractivismo, especulación o desarrollo descontrolado que acechan en el horizonte.

Para tejer esta historia más robusta, necesitaríamos un andamiaje institucional y normativo más claro, coherente y, sobre todo, eficaz. La experiencia de regiones como Cataluña, que han avanzado en la conceptualización y legislación del paisaje como un elemento estructurante del ordenamiento territorial, nos ofrece una valiosa referencia. En Colombia, aunque contamos con avances, la actual fragmentación normativa y los vacíos en la definición y aplicación práctica de las «Determinantes Culturales» dentro del ordenamiento territorial del PCCC pueden generar incertidumbre y dificultar una protección y gestión verdaderamente integrales. Una ley de paisaje robusta, o un desarrollo normativo más profundo que impulse decididamente la aplicación de instrumentos y medidas como las requeridas en el Decreto 1232 de 2020 para la «defensa del paisaje», o del Decreto Ley 2811 de 1974 parte V, podrían ofrecer la claridad necesaria.

Una ley de paisaje, o un marco normativo nacional más robusto amerita un debate en el Congreso, podría ofrecer la claridad necesaria para establecer cómo proteger, no solo los valores excepcionales del PCCC, sino de otros paisajes relevantes del país, de forma eficaz y transversal a los diferentes sectores. Esto se lograría mediante la valoración del patrimonio cultural y natural, de los recursos y atributos del territorio donde se manifiestan, y su protección en cada plan de ordenamiento municipal, licencia de construcción y proyecto de infraestructura.

Esta evolución del relato del PCCC no implica borrar los capítulos anteriores, sino añadir nuevos, más complejos y colaborativos. Requiere una gobernanza que transite de ser una jerarquía de mando a menudo distante, a convertirse en una red ágil de diálogo, concertación eficaz y responsabilidades claras entre todos los niveles, desde la nación hasta la vereda. Una planificación que no solo defina el «qué» en extensos documentos, sino que también invierta decididamente en capacitar y empoderar a los actores locales para el «cómo», dotándolos de las herramientas, los recursos y la autonomía necesarios para adaptar las estrategias a sus realidades concretas.

Y, fundamentalmente, se necesita una visión compartida donde la preservación del invaluable legado cafetero se convierta en el cimiento para construir un futuro donde la prosperidad de sus gentes y la integridad de su extraordinario entorno no sean objetivos contrapuestos que se anulan mutuamente, sino las dos caras indisociables de una misma moneda. El Paisaje Cultural Cafetero de Colombia tiene ante sí la oportunidad no solo de seguir produciendo uno de los mejores cafés del mundo, sino también de cultivar y compartir con el planeta una de las historias más inspiradoras de coexistencia armónica y resiliente entre la actividad humana y la naturaleza en este desafiante siglo XXI. ¿Será tiempo de reimaginar el alma de este paisaje, para que su futuro sea aún más fértil que su pasado?

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