En el corazón de la labor docente reside una pregunta fundamental: ¿cómo preparamos a nuestros estudiantes para comprender el mundo complejo y lleno de matices que habitan? La respuesta a menudo se encuentra en dos pilares: el qué enseñamos —los contenidos que elegimos como relevantes— y el cómo lo hacemos —las metodologías que empleamos para dar vida a ese conocimiento.
Hoy, en el Quindío, tenemos una oportunidad única de alinear estos dos pilares de una manera profunda y significativa, utilizando nuestro recurso más valioso como el aula de clases más grande de todas: el Paisaje Cultural Cafetero (PCCC), Patrimonio Mundial de la Unesco.









