«El día después» del Paisaje Cultural Cafetero

Paisaje Cultural Cafetero, Quindío. Foto de la autora
Paisaje Cultural Cafetero, Quindío. Foto: Carlos Garzón. El PCC en Armenia

El viernes 30 de agosto tuve la oportunidad de asistir al II Taller Internacional de Estudios del Paisaje, “Comunidad y Paisaje” en la ciudad de Manizales.  El arquitecto Fabio Rincón, a cargo de la cátedra UNESCO de la Universidad Nacional, fue quien lideró la organización y coordinación del evento, reafirmando la vocación y capacidad de la academia para reunir actores y articular procesos.  Con su presentación de apertura sobre el “modelo explicativo territorial” quedó claro que el “proyecto integral” de desarrollo para la región a partir del Paisaje Cultural Cafetero es un tema que, a dos años de la Declaratoria, sigue aún pendiente.

¿Por qué el evento de Manizales fue estimulante y provocador en muchos sentidos?

El encuentro de la comunidad, la academia y la Federación Nacional de Cafeteros para hablar sobre temas comunes es un hecho bastante excepcional.  La Declaratoria del PCC como Patrimonio Mundial bien vale como excusa, aunque la verdad es que con o sin Declaratoria estos espacios de convergencia son fundamentales para avanzar hacia el desarrollo local y regional.

¿Cómo podemos avanzar sin conocer lo que hace el otro? ¿Cómo aportar sin escuchar otras versiones? ¿Cómo construir políticas y reflexiones disciplinares sobre el paisaje sin saber qué se está haciendo “en el terreno”; es decir, cómo están viviendo hoy los campesinos?

Todos estos pensamientos me vinieron a la mente mientras escuchaba la voz de los distintos actores: la comunidad, la empresa y la academia, confrontando (o convergiendo) diferentes visiones sobre el mismo territorio.

Presentación de ASICAFÉ
Presentación de ASICAFÉ

I. La voz de la comunidad

La primera voz de la comunidad fue la de ASICAFÉ, una cooperativa agrícola formada por cuatro resguardos indígenas.  En una estimulante presentación, jóvenes empoderados y conocedores de su paisaje cultural cafetero nos explicaron cómo ellos, por sus propios medios y con apoyo de Minagricultura, están desarrollando un proyecto en torno al café, que es más un proyecto de vida articulado a la sustentabilidad de su cultura y su territorio. Conceptos tales como “soberanía alimentaria” contraponiéndose al de “seguridad alimentaria”; emprendimiento para generar valor agregado a la producción de café, controlando toda la cadena productiva con prácticas ambientalmente sostenibles y socialmente enriquecedoras (jóvenes y niños están implicados en el proceso); son cuestiones que fueron reveladoras para mí y seguramente para muchos de los que, aunque nos sentimos “del lado de la academia”, sentimos una fuerte motivación a “la acción desde la planificación”, o dicho de otra manera:  queremos apoyar activamente a la comunidad a través de todo lo que esté en nuestro campo de acción, desde el ordenamiento territorial y ambiental generado y sustentado a partir de la concertación social.

A continuación siguió otra no menos motivadora presentación, en la cual el arquitecto Ricardo Hincapié nos compartió su experiencia en un taller de construcción participativa para desarrollar un modelo de intervención en la red terciaria en una vereda del Valle del Cauca.

Presentación del Arquitecto Ricardo Hincapié
Presentación del Arquitecto Ricardo Hincapié

Con la colaboración del municipio, 51 familias con predios frente a una vía terciaria se vincularon a la iniciativa, asumiendo a través de su implicación en los talleres un rol activo en el diagnóstico y formulación de alternativas de solución a los problemas del elemento-vía que ellos mismos reconocieron como eje vital de flujos y relaciones en la vereda.

Pero el taller fue mucho más que una instancia acotada a resolver los problemas de la vía como elemento funcional.  La toma de conciencia en torno a temas tales como el relevo generacional en el campo; el rol de la mujer en la finca y la influencia de la modernización en los valores y formas de vida tradicionales, fueron discusiones que se articularon al proceso como “insumos” para construir un proyecto territorial con un fuerte componente de arraigo local.

La construcción de los “mapas identitarios” del paisaje vivido y su “traducción” a un mapa en manos de un artista, fueron el resultado material de un proceso que, con base en lo expuesto, resultó sumamente enriquecedor para la comunidad involucrada.

La voz de la empresa

La Federación de Cafeteros presentó sus prácticas ambientalmente sostenibles en el proceso del café.  La presentación fue extensa y exhaustiva, pero a mi criterio lo más valioso fue que, después de la presentación, algunos campesinos expusieron su punto de vista frente al tema.  Lo que de alguna manera quedó evidenciado es que la Federación promueve una serie de procedimientos que, para muchos caficultores, son inasumibles desde el punto de vista económico.  Esta situación pone en evidencia una de las tantas brechas que hay entre el accionar de la Empresa y la “sustentabilidad” del paisaje en términos integrales; esto es, incluyendo a las personas que lo habitan.  Un tema que debe seguir tratándose para aportar a la solución de los problemas estructurales que afectan al sector agropecuario en Colombia, si no queremos vivir en una sociedad fragmentada y que tiende cada vez más a la confrontación como única vía para hacer sentir sus reclamos.

Presentación del Dr. Arquitecto Joaquín Sabaté
Presentación del Dr. Arquitecto Joaquín Sabaté

La voz de la academia

Más tarde la voz de la academia estuvo a cargo del Dr. Joaquín Sabaté, experto en planificación territorial con base en la puesta en valor de los paisajes culturales.  Hace algunos años tuve el privilegio de tenerlo como tutor de mi tesis de maestría en “lineamientos para el proyecto de un parque patrimonial”. Su gran sensibilidad hacia los valores identitarios de los entornos locales y su actitud pro-activa hacia el rol de la academia y las relaciones interpersonales lo han llevado a acumular una amplia experiencia en entornos bien diversos, focalizados en Europa y Latinoamérica.

A través de ricas imágenes y una cartografía sugerente, nos llevó desde el “paisaje cultural extremo” de la Patagonia chilena hasta los caminos de la “piedra seca” que se mimetizan con la agreste topografía de la Sierra de la Tramuntana, en la isla de Mallorca.

Como concepto básico común a los proyectos presentados, el reconocimiento y reinterpretación del “código genético del territorio” resulta fundamental.  Caminos, construcciones, transformaciones del paisaje agrario desarrolladas a lo largo de décadas entre hombre y naturaleza, son las “capas” que, cuidadosamente, se van identificando y entrelazando para conformar un proyecto territorial a partir de lo preexistente, pero desde una visión renovada. En esta re-interpretación o re-codificación del territorio, resulta clave la convergencia de las expectativas de la comunidad implicada y de la concertación público-privada, para generar estrategias de valor agregado enfocadas a un desarrollo sostenible e integral.

¿Cuáles son algunas de las lecciones que podemos aprender a partir de las experiencias presentadas?

Como bien dijo Joaquín: en los paisajes culturales Patrimonio de la Humanidad, lo importante es aquello en lo que menos se piensa:  no en la Declaratoria en sí, sino en “el proyecto para el día después”.

En las ocho experiencias presentadas (cuatro en Latinoamérica y cuatro en Europa) la academia fue quien tomó la iniciativa de formular ideas respecto al territorio y convocar a los demás actores (comunidad, gobierno, empresa) buscando interacción y consenso.  En todos los casos, además, hay un minucioso reconocimiento cartográfico y espacial de las preexistencias, documentado a través de planos, fotografías y relevamiento de los elementos del medio físico.  A partir de este primer reconocimiento, y asumiendo el rol de la universidad como “laboratorio del paisaje”, se han formulado propuestas temáticas segmentadas, en algunos casos, según el período histórico. En otros, la diferenciación se da a partir de las características físicas (como podría ser el caso de una red de itinerarios en torno al patrimonio natural, en relación a otra red de itinerarios de patrimonio industrial o cultural).

El rol de la academia en el reconocimiento del Paisaje Cultural Cafetero ha sido fundamental para su Declaratoria como Patrimonio Mundial.  Pero estamos en “el día después de”.  Hace falta retomar una posición disciplinar proactiva, desde el ordenamiento del territorio y el paisaje, y comenzar a formular hipótesis proyectuales para discutir sobre lo tangible, y no sobre lo discursivo.  De poco sirve tener un “plan” si no tenemos un “proyecto”.  Proyecto que sólo tomará forma cuando los diferentes actores puedan también plasmar en él sus propias visiones, a través de la participación, la implicación y la concertación en aras de un desarrollo territorial integral.

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