El río Quindío es el principal cuerpo de agua del departamento del Quindío y, como tal en la última década ha sido objeto de numerosos estudios y proyectos, que buscan aumentar la cantidad y calidad del recurso hídrico.
Ahora bien, sin entrar en tecnicismos, quiero hacer algunas consideraciones muy generales respecto a nuestra posición como principales usuarios del río, y exponer posibles maneras de lograr un aprovechamiento del agua más sustentable, más equitativo y orientado a mejorar la calidad de vida de todos los habitantes.
En este sentido, hay dos acciones fundamentales y prioritarias a implementar:
1º Desarrollar mecanismos (de educación y concientización ambiental) para afianzar los vínculos culturales y lúdicos entre la gente y el río
2º Desarrollar y aplicar medidas de ahorro y consumo responsable del agua
Estas dos acciones deben ser el primer paso antes de realizar cualquier intervención física orientada a regular o modificar las condiciones hidrológicas del río, para atender mayores demandas de la población. ¿Por qué? Sencillamente porque sin un cambio profundo en la manera de utilizar y gestionar el agua cualquier obra de ingeniería que se realice en este sentido será meramente coyuntural, y por lo tanto costosa e insostenible.
Una comunidad identificada con su río; que se apropia de él, lo recorre y lo vive, es una comunidad que velará no sólo por la calidad y cantidad de agua, sino también por la accesibilidad y calidad ambiental de los espacios fluviales en los cuales desarrollan sus actividades productivas, lúdicas, culturales y sociales.
La relación entre la gente y el río se potencia habilitando espacios públicos de uso lúdico-recreativo en la zona fluvial, observando una serie de objetivos de calidad paisajística. Entre estos objetivos está el de garantizar el caudal ecológico necesario para el sostenimiento de la biodiversidad acuática y el desarrollo de actividades antrópicas de bajo impacto ambiental; tales como el turismo sostenible y la extracción de áridos controlada, que no impida el discurrir natural del curso del río (entre otros usos admisibles).
La clave está en crear hitos o recorridos que expliquen los diferentes “momentos” o episodios en la vida del río, reconvirtiendo espacios en desuso o abandonados en espacios abiertos de educación ambiental. Para ello se utilizarían los mismos elementos que existen actualmente –el trayecto de una bocatoma; una explotación de áridos abandonada; zonas fluviales dedicadas a la ganadería- pero desde una visión renovada respecto a la función ambiental y social que puede cumplir cada uno de ellos.
Una propuesta preliminar es la de trabajar con tres elementos:
1) Trayecto de la bocatoma: Sendero ecológico de educación ambiental
Dadas las características geomorfológicas del departamento del Quindío, el trayecto hasta las bocatomas es en sí mismo un recorrido paisajístico de impresionante calidad ecológica y belleza escénica. Las tuberías discurren por tramos escarpados en el relieve natural, atravesando bosques y zonas con un muy bajo grado de antropización. Con un mínimo acondicionamiento para garantizar la seguridad del recorrido (barandas puntuales y adecuación de los senderos en tramos específicos) el trayecto hasta una bocatoma puede transformarse en un recorrido guiado de educación ambiental, de gran interés no sólo para los turistas, sino especialmente para toda la comunidad local y regional: pobladores, estudiantes y niños en edad escolar.
2) Antiguo yacimiento rocoso: Nuevo “centro de interpretación” del río Quindío
A lo largo del recorrido fluvial se detectan espacios seminaturalizados abandonados; como por ejemplo los humedales producto de las antiguas explotaciones de extracción de áridos, actualmente en desuso. Estos puntos podrían re-naturalizarse, dentro de sus posibilidades, y conformarse como pequeños equipamientos en los cuales se exponga la relación hombre-río a lo largo del tiempo, y se explique, desde una renovada visión ecológica y ambiental, cuáles son las formas actuales de desarrollar actividades antrópicas de bajo impacto vinculadas al río, bajo las directrices de la educación ambiental hacia el reconocimiento y protección de la biodiversidad fluvial.
3) Zona fluvial dedicada al uso productivo: Nuevo “parque fluvial” para uso recreativo controlado. La rehabilitación de espacios tradicionalmente destinados a usos productivos (ganaderos, mineros, etc) en áreas de carácter lúdico-recreativo en relación directa con el río, (playas, áreas de picnic) acondicionadas para su disfrute público bajo condiciones de uso controlado y bien mantenido, permitiría a los habitantes tomar conciencia acerca de la importancia de mantener limpio el río. Un río limpio es calidad de vida para todos. En este sentido es fundamental:
- La valoración de la capacidad de carga de la zona fluvial, estableciendo actividades permitidas y prohibidas y determinando incluso la densidad máxima de ocupación para estos usos, con el fin de evitar que “el remedio sea peor que la enfermedad”;
- La implementación de acciones y políticas de educación ambiental para el uso sostenible del río: hay que concientizar acerca del uso controlado de las riberas fluviales y plantear unas restricciones muy claras incluso respecto a las actividades permitidas: prohibido hacer fuego, prohibido arrojar residuos tanto en el río como en las zonas de estancia… etc.
En todas estas acciones, las diferentes instituciones de la sociedad (tanto de carácter cívico como gubernamental) están llamadas a la acción, ocupando cada uno su propio espacio de participación. En este sentido la Corporación Autónoma Regional del Quindío juega un papel fundamental, como principal ente coordinador de las acciones y políticas de educación ambiental en el departamento; y como referente en la protección y gestión de los valores ambientales, ecológicos y paisajísticos que constituyen el patrimonio y “capital intangible” más valioso del Quindío.
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