Turismo; los costos ocultos de la llamada “industria sin chimeneas”

Durante décadas, se ha ido imponiendo la narrativa de que el turismo es la «industria sin chimeneas», un motor de desarrollo limpio y sostenible que genera empleo sin los impactos negativos de otras actividades económicas. Pero, ¿qué tan cierta es esta afirmación?

Si miramos más allá de las postales y los discursos oficiales, encontramos una realidad incómoda: el turismo también deja una huella profunda en los territorios, muchas veces invisible hasta que es demasiado tarde. The Travel Foundation lo llama la carga invisible del turismo, esa serie de costos ambientales y sociales que rara vez se contabilizan en los balances de crecimiento. Infraestructura colapsada, mercados locales alterados por la especulación, agua y energía destinadas a la comodidad del visitante en detrimento de los residentes. Todo esto sucede mientras las ganancias, en su mayoría, se quedan en manos de grandes operadores externos.

La apuesta por el turismo como alternativa económica ha seguido la misma lógica en muchos destinos. Se ha dicho que la mejor forma de diversificar la economía es atraer más visitantes, aumentar la ocupación hotelera, llenar las calles de cafés y restaurantes, y convertirlo todo en una experiencia «auténtica». Pero la autenticidad no se decreta. La identidad cultural no es un decorado que se pueda ajustar según las expectativas del mercado.

El problema es que muchos territorios han construido su economía sobre la premisa de que siempre llegarán más turistas. Cuando esto se vuelve el único horizonte, se cae en una dependencia peligrosa. Lo vimos con la pandemia: de un momento a otro, el flujo de visitantes se detuvo y con él se desplomó la economía de muchas comunidades. La sobreespecialización turística es una trampa, no una garantía de desarrollo.

Además, está el costo ambiental. ¿Cuántos destinos han agotado sus fuentes de agua por la proliferación de hoteles y piscinas? ¿Cuántos ecosistemas han sido alterados para abrir paso a nuevos proyectos? ¿Cuántos cascos urbanos han sido transformados en escaparates, donde la vida cotidiana se relega a los márgenes? En Forbes (Mejía Javier, 2023) advierte que el turismo no es necesariamente sinónimo de desarrollo, y mucho menos cuando desplaza a las comunidades locales o convierte el patrimonio en un simple insumo comercial.

El turismo no debe desaparecer, sino transformarse. Frente al crecimiento descontrolado, urge una regulación con criterios de sostenibilidad, donde la planificación territorial sea marco obligatorio, no opcional. Esto implica cuando menos:

    • Definir usos, intensidades y capacidad de carga y acogida de los espacios turísticos.
    • Establecer límites de cambio aceptables y parámetros de integración con el entorno.
    • Articularse con planes de ordenamiento a múltiples escalas (local, regional, nacional).

Este enfoque exige corresponsabilidad: gobiernos, empresas y comunidades deben alinear sus acciones con estos principios.

Es crucial que las comunidades protagonicen la gestión de sus territorios, dejando atrás su rol pasivo como meras espectadoras de modelos impuestos por actores externos. Sobre todo,  superar el mito del turismo como «salvavidas económico infalible». Como toda actividad productiva, conlleva impactos, costos y límites ecológicos y sociales. Negarlos solo agrava sus consecuencias.

El turismo puede ser una oportunidad, pero no cuando se le convierte en el único camino. Mucho menos cuando la única brújula es la cantidad de visitantes que llegan, sin preguntarse qué queda después de que se van.

#TurismoSostenible, #ImpactoTuristico #DesarrolloLocal #PlanificacionUrbana #EconomiaLocal #TurismoResponsable #CrisisTurism #IndustriaSinChimeneas

Breve glosario

Término Definición
Transformación turística Evolución del turismo hacia modelos sostenibles, regulados y territorialmente planificados.
Regulación sostenible Normas que equilibran desarrollo turístico con conservación ambiental y beneficio social.
Planificación territorial Organización del uso del suelo y actividades turísticas para minimizar impactos negativos.
Capacidad de carga Límite máximo de visitantes/actividades que un ecosistema puede soportar sin degradación irreversible de sus componentes naturales.
Capacidad de acogida turística Límite de visitantes que un destino puede recibir sin afectar negativamente la calidad de la experiencia turística, la vida local ni los recursos culturales.
Límites de cambio aceptable Umbrales de modificación permitida en un territorio sin perder la integridad de sus valores naturales, culturales y sociales.
Integración multiescalar Articulación de planes de ordenamiento turístico entre niveles locales, regionales y nacionales.
Corresponsabilidad Participación activa de gobiernos, empresas y comunidades en la gestión turística.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social Widgets powered by AB-WebLog.com.

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial