
Zoila, nuestra amable anfitriona en Quimbaya, me cuenta que “el alumbrado”empezó hace 30 años, en una calle del pueblo. Fue una iniciativa espontánea de los vecinos de la calle, que con el tiempo se fue extendiendo y cobrando fuerza. Desde el 2006, ya con apoyo de la alcaldía, este alumbrado convertido en festival está declarado como “Bien de Interés Cultural Intangible” a nivel departamental, y ha posicionado al municipio como destino turístico nacional.
Zoila nos lleva a la Casa de la Cultura, en la que hay una muestra de los faroles que encontraremos en las calles.
Traspasando una pequeña entrada muy iluminada y en la que se han congregado numerosas personas, llego a un espacio en penumbras en la cual se encuentran exhibidos los tradicionales faroles.
Hay una gran variedad de motivos, colores y formas confeccionadas en papel de diferentes texturas, que contienen un soporte y una vela en su interior. El concepto material es como el de un “vitreaux”: un marco o estructura de cartulina calada, a partir del cual se conforma un diseño colorido en un papel muy delgado. La tenue luz de la vela es la que crea esa atmósfera sutil, intimista y de recogimiento que da ese encanto tan especial a este evento.
En estas navidades con tantas luces “made in China”, la cálida luz de los faroles de Quimbaya evocan un tiempo lento, de rituales compartidos y disfrutados, que aún sigue presente en esta Fiesta de Velas y Faroles que sigue existiendo, más viva que nunca, para los quimbayunos y para todos nosotros.
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