Entrando por un camino destapado y anodino, los sonidos de la ciudad comienzan a silenciarse. Se escuchan pisadas apagadas, susurro de los guaduales meciéndose lánguidamente. El suave golpeteo de un pájaro carpintero en un tronco cercano. Llegamos a la vereda Mesopotamia, puro Paisaje Cultural Cafetero a sólo 10 minutos del centro de Armenia, capital del departamento del Quindío.
Los grises se esfuman y van apareciendo los verdes. Verde claro, verde oscuro, verde profundo. Verde cafetal, verde guadual, verde de bosque definiendo la traza de una quebrada rumorosa que se esconde bajo la fronda.
Por el camino veredal llegamos a una meseta; una lengua de terreno aplanado por el cual el andar se hace suave, al tiempo que la perspectiva se cierra entre los cafetales y el bosque nativo. Encontramos una trocha medio invadida por la maleza, que se adentra en la espesura. Quién sabe qué historias contiene este territorio; pensamos en los indios, en los colonizadores antioqueños, en las trazas del hombre a lo largo del tiempo.
Regresamos al camino por el cual entramos. Subimos al carro y nos alejamos. Aunque desconocida para muchos, la ruralidad de Armenia sigue viva en las veredas del Paisaje Cultural Cafetero. En todos está protegerla y conservarla… su disfrute es un privilegio que bien vale la pena salvaguardar.