Me gustaría compartir con ustedes esta interesante reflexión del Socioecólogo y Director general de ERF Ramon Folch, donde podemos ver reflejado nuestro accionar como sociedad ante la preparación para el futuro: la planificación y la prospectiva sobre el territorio son temas accesorios para muchas de nuestras instituciones absorbidas por el día a día.
Estaba al alcance evitar los dolorosos mecanismos de ajuste planetario que aplicará la naturaleza
La especie humana está singularmente bien equipada para hacer frente a las crisis. Como todas las demás especies, por cierto. La estrategia dominante entre los seres vivos es «mañana será otro día». Los pájaros se desperezan al alba y vuelan en pos de comida para la jornada justa. Los humanos propendemos a hacer lo propio. Po eso las cosas urgentes pasan siempre por delante de las importantes.
A pesar de ello, acumulamos. Y, ya instalados y enriquecidos, alimentamos y pagamos a unos cuantos pensadores. Puede incluso que les hagamos caso. Cuando el presente está cómodamente asegurado, consentimos en prevenir el futuro, aunque ello limite (solo un poco) nuestra práctica cotidiana. En contextos de abundancia, nos permitimos a veces magnanimidades así. En cambio, en contextos de escasez relativa, como el chino o el indio, suele imponerse la propensión zoológica a la inmediatez.
El Occidente acomodado ha concebido e implementado formas de gobierno que limitan el presente en aras del futuro. Se entiende así, por ejemplo, la prohibición de edificar en áreas inundables, aunque el período de recurrencia sea de cien o quinientos años. Y también así se entienden las disposiciones contra el cambio climático, que no nos afectará de verdad hasta la próxima generación, al menos. Pero la crisis ha empobrecido al sensato Occidente reflexivo (y cómodamente instalado) y el protocolo de Kyoto está tan vigente como arrinconado.
La semana que viene se celebrará en Río una nueva cumbre de la Tierra, veinte años después de la primera. En la documentación a discutir, los adjetivos han desplazado a las cuantificaciones. Malo. La crisis de los ricos que pensaban y prevenían ha devuelto las cosas a su estado natural por defecto: ya se verà. Nos espera un mañana doloroso que nos hará destinatarios de los mecanismos de control ancestral que la naturaleza aplica inexorablemente. Lástima, porque tuvimos a nuestro alcance eludirlos racionalmente.
*Artículo publicado en el Periódico de Catalunya
Carlos Alberto Garzón Espinel Arquitecto Urbanista Universidad Politécnica de Cataluña-Barcelona (España) calbega@gmail.com
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