¿Puede el turismo ponerse al servicio de la preservación de un paisaje cultural Patrimonio de la Humanidad?

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Es un fenómeno inevitable: las razones que han determinado la inclusión de un sitio en la Lista del Patrimonio Mundial son las mismas que atraen, año tras año, a un mayor número de visitantes; así lo reconoce el Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO. La cuestión que interesa plantear hoy es, ¿cómo gestionar y capitalizar esta afluencia de personas, para hacer compatible el desarrollo local con la protección, ordenamiento y gestión del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano?

Orientar a los gobiernos, los administradores de los sitios y los visitantes hacia prácticas de turismo sostenible es la única forma de garantizar la salvaguarda del patrimonio cultural y natural del PCC.  El concepto de “sostenibilidad” es una noción común a varios tipos de turismo, tales como el ecoturismo, turismo de aventura, agroturismo, turismo cultural y/o turismo de patrimonio. Todas las definiciones sobre “el turismo sostenible” se refieren a la preservación de los recursos para las futuras generaciones; la utilización del turismo al servicio de la protección del medio ambiente; la limitación de los efectos socioeconómicos negativos, y la producción de beneficios económicos y sociales para la población.

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El ecoturismo, por ejemplo, implica un viaje con connotaciones éticas que propicia un comportamiento de preservación de la naturaleza.  El ecoturista se enfocará en la observación de la naturaleza silvestre, orientará sus acciones a reducir el impacto ecológico y preferirá los servicios de guías locales. El turismo de aventura, en cambio,  abarca una amplia variedad de actividades al aire libre; físicamente estimulantes y a veces peligrosas o que se perciben como tales (como por ejemplo senderismo y montañismo, entre otras).   A través del agroturismo el visitante puede conocer y participar en la actividad agraria propia del lugar, así como en los procesos de fabricación de productos gastronómicos a partir de un cultivo determinado (puede ser café o cultivos múltiples). Los viajes de estudio, visitas a sitios, monumentos, festivales y manifestaciones artísticas, así como las peregrinaciones, son algunas actividades que se enmarcan dentro del “turismo cultural” o “turismo de patrimonio”; categorías bastante amplias que se sustentan sobre la ética de la preservación de valores ambientales y culturales, a partir de los intereses locales.

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Se trata de trabajar en dos escalas: la escala del territorio y la escala del lugar.  En las dos escalas, un tema clave para la sostenibilidad del Paisaje (no sólo desde el punto de vista ambiental sino también como “activo económico” para el desarrollo territorial integral) es el estudio de la capacidad de acogida para usos turísticos, que dependerá de las características físico-ambientales del territorio y de su entorno social.

En la escala del lugar, la clave no está en plantearse intervenciones o infraestructuras costosas, pero se exige en cambio una buena planificación y adecuación (tanto de la planta física como de la oferta de productos y servicios) en torno a la interpretación y reconocimiento de los atributos del PCC.

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Sólo un turismo coherente con la preservación del PCC podrá asegurar el legado de este Patrimonio Mundial a las próximas generaciones. Legado que representa un bien público, ya que sus valores lo convierten en un patrimonio de interés general para la sociedad en su conjunto. En su reconocimiento como principal “activo económico” del territorio como recurso turístico está la clave para su valoración, conservación y el desarrollo integral de quienes lo habitan.

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