Los museos son espacios que tienen por misión conservar el legado cultural y comunicarlo a un público amplio y diverso. Sin embargo esta concepción tradicional se está transformando para incluir los retos culturales, ambientales y sociales del milenio (como por ejemplo: la creciente digitalización de la sociedad; el cambio climático; los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros).
¿Cómo proyectar el futuro de un museo, desde su rol actual?
Para responder a esta pregunta, quiero compartirles mi percepción sobre la rehabilitación arquitectónica y paisajística del Parque Museo del Oro Quimbaya de Armenia (Quindío, Colombia). Hace unos días, este equipamiento cultural -que hace parte de la red de museos del Banco de la República; es obra del reconocido arquitecto Rogelio Salmona y está catalogado como Bien de Interés Cultural Nacional- reabrió sus puertas, después de una rehabilitación integral que llevó más de 2 años.
En su estado original, el edificio estaba concebido como un “contenedor museográfico” complementado con un centro de documentación, salas para conferencias y una biblioteca infantil, conformando un artefacto arquitectónico en forma de claustro, abierto hacia dos patios centrales (surcados por un sistema de estanques y canales de agua) y rodeado por un jardín ornamental.
La intervención realizada al Museo incluyó, entre otros aspectos:
- La regeneración paisajística de los espacios naturales exteriores, incluyendo el jardín preexistente y la creación de un jardín arqueobotánico.
- El desarrollo de nuevas infraestructuras para la ecoeficiencia (como el sistema de recolección de aguas lluvia para riego; paneles solares para generación de energía eléctrica, entre otras)
- La digitalización del centro de documentación
Al mismo tiempo que pone en valor aspectos del pasado que han trascendido hasta el presente y los estilos de vida saludables que nos guían hacia un futuro más conectado con los valores de la naturaleza, el Museo se reinventa como “artefacto” ecoeficiente; edificio-mirador abierto hacia el paisaje lejano e interior, y punto de encuentro y congregación para la investigación y la divulgación cultural.
Si bien Salmona, en su concepción, planteó el museo como un artefacto arquitectónico singular, variables (o “drivers”) como el terremoto de 1999; la inclusión del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia en la Lista de Patrimonio Mundial de UNESCO; la pandemia de COVID 19; el cambio climático, y un mundo digitalizado (entre otros) han inspirado nuevos roles y formas de apropiación social para este equipamiento, que hoy se constituye en parque-museo, jardín arqueobotánico, edificio-mirador, y enclave cultural para la ciudad y la región.
¿Qué piensas de la proyección a futuro para los museos? ¿Se te ocurren otras ideas a tener en cuenta?
Me encantaría leerte, y, si quieres saber más, te dejo el enlace de nuestro curso-taller “Diseño de escenarios de futuro”. ¡Escríbeme para más información!
Valeria Barbero
valeriabarbero.arq@gmail.com
Buen artículo. Una revisión completa y práctica de este renovado espacio que nos invita a visitarlo.
Hermoso! Estimula emociones y sensaciones. Induce vivencias inesperadas aún desde la distancia. Invita a una visita, más que de observación, a la de integración, a hacerse parte y vibrar al ritmo de las nuevas energías que palpitan en el museo Quimbaya.